sábado, 16 de enero de 2010

29 de junio /// hamburgo

La mañana del lunes 29 de junio en Hamburgo fue una bastante, bastante soleada. Al punto que hacia las siete de la mañana el resplandor del sol en la ventana me hizo despertar y en cuanto miré a la derecha, ví que en la cama de al lado un punk de pelo rosado dormía junto a una chica que se babeaba un poco.



Seguí durmiendo.


Un par de horas después, abrí los ojos de nuevo, pero esa vez, la chica al lado del punk ya no estaba. Por el contrario, el chico punk estaba armando la mochila.



Seguí durmiendo.



Algunas horas después, cuando todos en la habitación se fueron, me levanté, me arreglé un poco y salí a buscar algo para desayunar y a hablar por teléfono: el número de Théo en mi bolsillo.


Ir al supermercado en Alemania, cómo ya mencioné antes, es una experiencia extranatural por excelencia.



Y en ese momento, Alemania me pareció ser el único lugar del mundo dónde, en el supermercado, le dedican más de una góndola a los productos hechos de chocolate.



Las galletitas tenían chips de verdad y simplemente eran chocolatosamente interminables.



Antes de pasar por el supermercado, fui a hablar por teléfono.



Llamé por primera vez y me atendió una chica que dijo que llame a Théo al cabo de cinco minutos.



¿Una chica? ¿Qué me decía que llame de nuevo en cinco minutos? ¿Que Théo no podía atender?



Empecé a sentirme un poco tonta, pero en el súper me distraje con las variedades de salchichas -frankfutern- en la sección de congelados.



Pagué mis cosas y volví al kiosco para llamar a Théo. Un ring, dos ring, voz de mujer. puta madre.



"Théo sez jis gouin tchu pik iu ap at seven at de joustel"



"Théo me va a pasar a buscar a las siete por el hostel. Si!" pensé.



Esperaba para pagar la llamada cuando un pibe de aspecto punk, raro y descuidado entró al kiosco. En su hombro izquierdo llevaba algo que parecía una rata muerta. Pero no podía ser una rata muerta. ¿Estaría viva? ¿No sería raro que aunque esté viva luzca como muerta?



Pagué y me fui.



Desayuné en el hostel y empecé a pensar que si quería llegar a tiempo al concierto de Blur en Londres aquel miércoles, debía comprar un pasaje lo antes posible.



Chequée mis opciones en internet, pero para comprar un pasaje barato necesitaba tener una tarjeta de crédito. Y la tenía, pero simplemente no quería usarla porque la idea era tenerla en caso de emergencia.



Así que se me ocurrió salir a buscar una agencia de viajes o alguna forma de llegar a Londres desde Hamburgo.



Caminé algunas cuadras cuando me topé con Thurston. Él iba al banco, así que lo acompañé ya que me invitó a desayunar luego de hacer lo que sea que tenía que hacer en el banco.



Durante el desayuno, le conté sobre el asunto que tenía con el pasaje a Londres. Me dijo que podíamos ir a una agencia de viajes que estaba cerca de ahí. Él pidió un café, yo una coca-cola. La mesera nos sacó una foto con mi cámara. Algunas personas lo saludaron (evidentemente Martin tenía razón y era popular en el vecindario), pagamos y nos fuimos.



En la agencia de viajes, descubrí que un pasaje para salir hacia Londres al día siguiente o al siguiente, salía más de 150 euros que no estaba dispuesta a pagar.



Fuimos a la casa de Thurston y chequeamos pasajes en internet. No eran mucho más baratos y aparte, necesitaba una tarjeta de crédito. Thurston ofreció prestarme la suya, pero no podía aceptarlo. Le dije que iba a buscar otra solución, que no se preocupe, que usualmente consigo lo que quiero.



Así que nos despedimos y me fui al centro de Hamburgo a buscar un pasaje a Londres, ropa barata en H&M o lo que sea que tenga que encontrar.



Hamburgo es una ciudad portuaria. Hay bares que podrían frecuentar los marineros lo cuál hace que la decoración sea muy obvia. En las remeras, bolsos y demás objetos turísticos, el símbolo de Hamburgo es un ancla. Hay muchos jardines y algunas avenidas.



Al llegar a la estación central de ómnibus, intenté averiguar las diferentes formas de llegar a Londres.



La solución se presentó en forma de pequeña oficina de RyanAir. Así que por algunos euros, compré un pasaje de avión para salir hacia Londres el miércoles 1 de julio hacia las ocho y media de la noche.



El único inconveniente era que tendría que regresar al día siguiente porque sin darme cuenta había salido sin el pasaporte. Así que dejé el pasaje reservado y prometí regresar.



Cuando llegó la hora siete, Théo apareció en la puerta del hostel con la bicicleta y esperó por mí. Lo ví llegar a través de la ventana del primer piso que daba a la calle. Yo y mi costumbre de mirar por la ventana.



Nos saludamos y comenzamos a caminar hacia lo que Théo llamaba el costado trasher de Hamburgo: La zona de los bares de borrachos, los junkies y los cabarets. Luego fuimos a la casa de los Beatles en Hamburgo:



"HIER WONHTEN DIE BEATLES 1960"



Aquel día, fue el día más largo del verano y nosotros, casi dos perfectos extraños, caminábamos siguiendo el mismo compás y el tiempo parecía no pasar. Todo, absolutamente todo era motivo para sonreir, seguir caminando y hablar más.



Al atardecer, fuimos a un lugar llamado "Park Fiction": era una plaza grande cerca del puerto, había una cancha de fútbol y dispuestas por todo el lugar, palmeras de metal, de mentira, de color verde en las supuestas hojas y marrón en el tronco.



Nos sentamos y Théo se puso a armar un cigarrillo de tabacco mezclado con marihuana. El ambiente era agradable, los chicos jugaban a la pelota, la gente se divertía. Se respiraba buen humor.



Una vez terminamos de fumar fuimos para el lado del puerto.



Pasamos con la bici por la puerta de un restaurant muy elegante. En la puerta había mesas y sillas. Théo me contó que una vez, una chica que quería montárselo con él, lo invitó a comer ahí. Cuando nos alejamos un poco, me hizo notar que había escuchado que un par de comensales se rieron de nosotros, de nuestro paseo en bicicleta, nuestras sonrisas y eso.



-dont' you worry. They just don't get it.- dije.



Él sonrió y ahí pude entender que él sí lo había entendido.



La noche cayó y fuimos a seguir fumando a un parque que hace muchos muchos años había sido un cementerio. Sentados en un banco, en la oscuridad, cantamos canciones, hablamos sobre gatos, barcos y anclas y de repente, era muy tarde.



Salimos del parque y pensamos en que podríamos hacer. Después de mucho vacilar, decidimos ir a su casa. Yo simplemente no quería volver al hostel y simplemente queríamos seguir hablando.



Fuimos caminando. Pasamos por una avenida. Un auto chocado, sirenas de la policía. Daba igual, era la felicidad.



Al llegar, Théo empezó a murmurar algo como mitz mitz.



Abrió la puerta, entramos, y dos cascabeles con gatos detrás aparecieron. Eran Uschi y Bronko.



Joder. Soy alérgica a los gatos y éstos dos eran muy peludos.



Elegimos una película y antes de empezar a verla Théo hizo un llamado telefónico. Cuando cortó, me dijo:



-Listo, mañana no trabajo.
-¿Cómo que no trabajás?
-Si. No tengo ganas de ir mañana. Así que no voy.



Théo puso "All about Eve" en la computadora y a la hora de película, el sueño me encontró en ese sillón, no muy cómodo que digamos. Entresueños, sentí cómo Théo apagaba el artefacto y se iba a dormir a su cama, dejándome en el sillón. Minutos después, sentí una manta que me cubría.



Para ser un sólo día, habíamos pasado más de siete horas juntos.

jueves, 7 de enero de 2010

28 de junio /// hamburgo

-dis situeishon yud bi romantic bat aim friizing akchuali.
-me too. Would you like me to hug you?
-nou zencs… end aid laik tu gou chu de baz-rum du iu cinc its posibel?
-maybe we should go downstairs.
-oquei.

En el techo del edificio, a pesar del frío que hacía, con Théo parecía como si no importara nada excepto ese momento que estábamos viviendo. Los dos sabíamos que algo especial se palpaba en el aire y sólo podíamos hablar sobre trivialidades sin sentido en un inglés más que torpe. Que cuán lindo sería vivir cerca de la playa y cuantas estrellas y que noche tan linda y que es esa torre cuya silueta se recorta en la oscuridad y sonrisas y Théo intentó armar un cigarro pero el viento le voló el tábaco y yo lo acusé de torpe y el se defendió con alguna frase absurda.

Espiamos las ventanas de enfrente, nos reímos de unas siluetas, nos arropamos bajo la manta que fue a buscar cuando hacía un poco más de frío, pero simplemente de repente hizo demasiado. Él se ofreció a abrazarme, pero le dije que no: hacía apenas algunas horas que lo conocía y yo estaba ahí sola y eso.

Así que decidimos bajar al apartamento de Thurston, que estaba un piso debajo de donde se hacía la fiesta. Entramos, nos sentamos en el sillón y justo cuando nos estábamos acercando cada vez más para hablar, entraron Daniel y Houwaida junto a un par de amigos.

Se sentaron todos alrededor nuestro y una vez más recordamos cómo fue que entré en la fiesta. Les conté sobre mi vida en Argentina, hablamos de marihuana y muchas naderías llenas de etcéteras y simpatía. Hacia las siete de la mañana nos fuimos de allí. La fiesta había terminado y Thurston quería dormir.

Tomamos un taxi. Ellos me dejaron en el hostel.

Antes de bajar del auto les pedí sus números de teléfono pascara así poder hacer algo al día siguiente. En el bolsillo tenía el papel con la lista de hostels que me habían dado esa tarde en la oficina de información turística. Houwaida tenía una lapicera y Théo escribió su nombre y su teléfono.

Nos despedimos.

Entré al hotel y me fui a dormir feliz, con la sensación de vivir en una película.




Al mediodía siguiente, me levanté, me bañé, me arreglé un poco y salí a hablar por teléfono y ver que podía hacer. Llamé a Théo y me dijo que ese día no podía salir conmigo porque tenía que ir a un cumpleaños, pero de alguna forma insistió en que lo llame al día siguiente para hacer algo.

Me sentí un poco decepcionada pero tampoco era el fin del mundo. Muy por el contrario, Era El Mundo.

Así que salí a pasear. Comí papas fritas (pommes frites) en un puesto de falafel, compré agua en un kiosco y le pregunté a un chico por lugares lindos en el barrio, que se llamaba Saint Pauli y curiosamente, su símbolo era una calavera.

Pasée por las calles del nuevo barrio de moda en Hamburgo, lleno de mesas en las puertas de los bares, sol y gente sonriendo.

Un cartel que rezaba “brunch not dead” alentaba a las personas a desalmorzar a las dos de la tarde.

En la puerta de una de las iglesias del barrio, unos skaters practicaban ollies. En una callejuela, un montón de mapas gigantes colgados de la pared, mezclados con la vegetación del lugar hacían las veces de decoración extraña.

Una moto vespa resplandecía en la puerta de un edificio antiguo con tags y afiches de wilco pegados en la pared.

Caminé bastante más hasta que… me encontré nuevamente con la casa de Thurston.

Era el día de su cumpleaños y en agradecimiento por su simpatía para conmigo la noche anterior, le llevé una copia de mi comic.

Toqué el timbre y salió: sorprendido y sorpresivamente me saludó con un abrazo.

Entramos a la casa y sentados en los sillones había dos amigos, John y Martin.

John sólo pasaba a saludar y a los veinte minutos se fue.

Martin Langer resultó ser fotógrafo y uno muy bueno por cierto.
( http://www.seltsam.cc )

Hablamos mucho y una vez más, sin parar de reir, Thurston contó la historia sobre como la noche anterior simplemente me metí en su fiesta. Nos reímos y entonces Thurston propuso hacer un picnic en el techo, Martin aceptó y yo también. Pensé que probablemente Thurston no sabía que había estado en el techo la noche anterior con Théo.

Preparamos guacamole y Martin descorchó una botella de vino blanco. De allí al techo.

Sentados sobre una manta, con copas en la mano, al calor de sol del casi atardecer, Martin nos sacó fotos, charlamos sobre la vida y todo estaba en orden ese domingo.

En los alrededores del edificio de Thurston, una serie de edificios se erigían. Me sorprendí del aspecto diurno de aquellas estructuras que viera la noche anterior. Y les pregunté por los que más me llamaban la atención.

La tv tower: una torre de diseño retrofuturista con aspecto de haber sido construida durante la época de los supersónicos. Aparentemente funcionaba un restaurant allí.

De acuerdo a lo que me contó Thurston, el bunker, que básicamente es una enorme mole de cemento, fue construido durante el régimen nazi. Los hamburgueses reniegan un poco de ese lugar, pero el asunto es que cómo está hecha para no ser destruída jamás, en el hipotético caso de que decidan demolerla, el impacto de los explosivos repercutiría en las iglesias antiguas de los alrededores de forma negativa. Es por eso que no la destruyen, ya que varios edificios directamente relacionados con el nazismo fueron demolidos hace tiempo.

Hacia el atardecer, el simpático fotografo se fue y yo me quedé con Thurston. Hablamos más sobre Hamburgo, Alemania, Argentina y hasta vimos videos en youtube.

Indagando sobre su vida, Thurston me contó que solía ser un Dj de drum’n bass que tuvo cierto éxito en los ‘90. Con una sonrisa cómplice, Martin dijo que en el barrio la gente aún recuerda que es una celebridad y lo saludan por la calle. Y por algún motivo que no pude comprender, le dicen Don.

En la actualidad, Thurston se dedicaba a hacer el management de bandas de músicas internacionales cuando visitaban Alemania o se iban de gira.

Vimos el video de la canción que fue su hit y nos reímos del paso del tiempo.
Aparte de ver videos en youtube, le mostré fotos de nuestra presidenta y los dos coincidimos en que era mucho más glamorosa ( Thurston se sintió particularmente intimidado por la cantidad de rimel) que la sobria Angela Merkel.

Cuando ya vi que era demasiado tarde, me volví al hostel, caminando y sóla, a la una de la mañana y nada.

Así fue mi primer domingo en Alemania.