lunes, 11 de octubre de 2010

11 de julio /// berlin

Cuando me desperté Paul no estaba en la habitación. Los sonidos llegaban desde la cocina y las voces hablando y riendo en alemán no parecían muy lejanas. Había sido una noche incómoda: la oscuridad hizo que me durmiera en una posición extraña y eso, combinado con el resfrío que comenzaba a prenderse pero que no terminaba de explotar, y que ni siquiera un baño gigante pudo disipar, hacía que no me sintiera en condiciones aptas para la alegría tan temprano. La verdad era que ese sábado a la mañana la idea de interactuar con extraños que no hablaban mi idioma no era la que más me gustaba, pero Paul y Michael habían sido tan amables conmigo que poner mala cara simplemente me parecía que no estaba bien.


Así que me puse algo lindo, cepilléme los dientes y entré a la cocina haciendo como si nada.


Allí había dos chicas y un chico sentados a la mesa. Paul hacía café y Michael revolvía huevos a la vez que freía bacon.


Un poco de leche tibia con chocolate y pan untado con manteca después, me desayuné con que toda esa gente reunida allí estaba esperando a una agente de casting que no tardaría en llegar junto con un fotógrafo. El fin de semana siguiente estaba pautado el rodaje de algo en lo que iba a participar toda aquella compañía allí reunida esa mañana y ese desayuno tenía mucho de reunión de negocios.


Y entonces la agente llegó: se sacaron las fotos, conversaron, rieron, llenaron formularios, me ofrecieron actuar, dije no, nos reímos, huevos revueltos, café, pan tostado, amigos por la mañana, las doce y media y adiós cada uno a seguir con su sábado.


Me pareció muy raro y simpático que un grupo de amigos se junte a desayunar. Y no me imaginé celebrando tal ritual con los míos.


Mientras las visitas se iban, llamó Lucy avisando que se habían perdido, pero que estaban en camino, caminando.


-and where are they –preguntó Michael
- i don’t know, but seemed far – dijo Paul


Lucy era la de “Lucy and Dreu the english girls who are arriving today” como había mencionado Paul la noche anterior mientras fumábamos y me invitaban a la fiesta en un bote.


El Berlin, Beats and Boats, nombre que llevaba el evento, estaba anunciado a las dos. Teníamos que estar en el lago antes de esa hora, ya que la embarcación tenía que zarpar la embarcación y yo no tenía entradas.


Era casi la una y Paul estaba empezando a colapsar. No quería llegar tarde al bote bajo ningún punto de vista y las chicas no llegaban.


En medio de la incertidumbre, Paul y yo decidimos ir al bote, dejando momentáneamente a Michael esperando a Lucy y a Dreu y justo cuando estábamos por salir sonó el timbre: eran ellas.


Y entonces por las escaleras aparecieron dos chicas rubias llenas de equipaje. Una robusta, la otra relajada.


Paul estaba muy apurado así que las saludó, les dejó sus llaves, les dijo que se sintieran como en casa, Michael y yo apenas llegamos a decir hola y nos fuimos.


Caminamos con la bici y llegamos. Eran casi las dos de la tarde y el lugar estaba lleno de gente con ropa apenas extravagante, mostrando mucha piel, mucho bronceado, mucho peinado sofisticado, mucho fluo, mucho, mucho. Paul y Michael estaban un poco tensos, la llegada tardía de las chicas generó una energia extraña entre ellos que intentaban mostrarse amables pero que no podían ocultar un ligero tedio.


Sin demasiado esfuerzo conseguimos una entrada para mí (y como sabría después, a un precio obscenamente caro) y subimos al bote.


Todo el mundo parecía colocado. Estaban todos demasiado eufóricos y eran las tres de la tarde. El recorrido del bote comprendía una vuelta de varias horas alrededor de un lago berlinés.


La música era electrónica. Y para mi gusto, demasiado aburrida y basureica. Si realmente quería pasarla bien, tenía que hacerlo: smoke Joint


Así que le dije a Michael que se arme uno y procedimos. Paul se fue a bailar y tengo que admitir que lucía casi tan eufórico como el resto de los asistentes. Michael y yo estábamos un poco hastiados.


Fumamos y el paisaje dejó de ser tan malo. El clima era agradable y el lago también. Si no pensaba positivamente, el drum n’ bass me iba a hacer saltar del bote a sabiendas de que no sé nadar.


Así que me concentré en el paisaje y en lo extraño que era todo en ese contexto, quiero decir, estoy acostumbrada a ver gente tomando cocaína enfrente de mi cara, peinados extravagantes, gays desquiciados y mujeres haciendo de gato, pero a la noche y en un lugar cerrado. Y eso era exactamente lo mismo, pero de día y al aire libre, y no dejaba de no estar bien del todo.


La música electrónica no bajaba y todo el mundo estaba extasiado. Entré a la cabina a buscar algo para tomar.


El agua mineral venía en una botella diminuta de vidrio celeste. Traía menos de medio litro y salía tres! Euros.


-Genial- pensé- Voy a morirme deshidratada en el barco de los chicos ricos y los gays.


Tomé un par de botellas a lo largo de la tarde, Michael compró otras y esperamos pacientemente a que lleguen las siete, hora en que terminaba el paseo.


Fumamos mucho, dormimos una siesta en la cabina, hicimos de cuenta que nos divertíamos, nos aburrimos, nos divertimos, esperamos, Paul dio vueltas, yo miré mucho a los gays y la gente en general, y terminó todo.


Caminamos a casa y al llegar, merendamos, hablamos y hablamos con Lucy y Dreu. Ellas iban a salir, Paul y Michael se iban a dormir y yo no sabía que hacer.


Les dije que iba a dormir una siesta y que me despierten si salían, pero nunca lo hicieron y la siesta duró hasta el día siguiente.


Un sábado invertido de alguna manera. Actividades predeterminadas en horarios inusuales.