viernes, 9 de abril de 2010

30 de junio /// hamburgo

Promethéo tiene 28 años. Es el hijo mayor de un prestigioso guitarrista italiano y una alemana que no se cansa de malcriarlo a él y a su hermano menor, Daniel. Los hermanos son DJ's, pasan música en festivales, bares o donde sea que tengan que hacerlo, como por ejemplo la fiesta de Thurston en donde nos conocimos. De todos los hermanos que conocí, son uno de los pares más unidos que vi en mi vida. Théo y Daniel son tan unidos que viven en departamentos diferentes en el mismo edificio.

Théo vive en la planta baja. Tiene muchos discos de vinilo, un par de bandejas, un mixer y muchas cosas inherentes al mundo de los djs. También tiene una cama grande: es un chico alto y si bien es algo moreno (aunque quemado por el sol) tiene los ojos celestes más grandes, brillantes y cálidos que haya visto en mi vida. Debajo de sus ojos, ojeras mediterráneas marcadas y moradas. Théo tiene la nariz ligeramente quebrada en el tabique y le gusta decir que él es todo lo italiano que puede ser, mientras que Daniel heredó todo el costado alemán de la mezcla de sus padres.

Sus gatos Uschi y Bronko también son hermanos.

J: Do you think they know they are brother and sister?
T: I think they just think they belong together.

Aparte de la música electrónica que suele pasar, a Théo le gusta el hip-hop: con él descubrí la variante alemana del rap, algo muy llamativo y raro para mí, que no entiendo ni un ápice del idioma. Uno de los discos favoritos de Théo es Psyence Fiction de Unkle, un disco, al decir de Théo, completamente hecho con la cabeza.

¿Música hecha con la cabeza?

Al hablar sobre sonidos, rápidamente descubrimos que nuestros gustos, si bien con puntos en común, eran un poco diferentes. Théo llegó a la conclusión de que a mí me gusta la música hecha con el corazón, mientras que él prefiere la música hecha con la cabeza.

Para él la música hecha con el corazón es algo anticuado que por algún motivo no puede alcanzar su sistema y por eso no le gusta. Supongo que es parte de ser alemán.

Aquella mañana me desperté con un fuerte dolor de espalda, el sillón era un poco incómodo y no tenía idea de la hora que era aunque el sol brillaba a través de la ventana.

Me levanté y fui hasta la habitación de Théo.

Esa fue la primera vez que vi esa cama tan grande.

Théo dormía y ocupaba menos de la mitad del espacio. Así que después pensarlo por un par de segundos decidí acostarme al lado. Él sintió la nueva presión al costado de su cuerpo, el colchón ligeramente hundido.

Me acerqué para mirarlo bien de cerca mientras dormía.

Con los ojos aún cerrados me agarró de la cintura y me besó.

El primer beso.





Algunas horas más tarde nos levantamos y una vez estuvimos en la cocina me preguntó que quería desayunar. Yo sólo tomo chocolatada así que le pregunté si tenía. No dijo nada y salió de la casa precipitadamente, así, en calzones y remera. Volvió a los pocos minutos: en una taza transparente traía nesquick, lo había ido a buscar al departamento de Daniel. Me preparó la cocoa y el tomó café en una taza anaranjada con el logo del jägermaister. También hizo tostadas.

El mediodía había ocurrido hace algunas horas y yo tenía que volver al hostel, buscar mi pasaporte y llevarlo a la oficina de Ryan Air antes de las seis de la tarde.

Volvimos a la cama.

Finalmente nos levantamos y fuimos al hostel a buscar el pasaporte. En el camino encontramos una especie de negocio de segunda mano lleno de cachivaches. Entramos y esa fue la primera vez que vi una hermosa lampara con forma de gato. Era muy incómoda como para viajar con ella. Pero deseé poder tenerla.

Luego fuimos a la estación central, terminé el trámite y caí en la cuenta: al día siguiente tenía que partir hacia Londres.

Nos fuimos de paseo por el centro de Hamburgo.

El estado de fascinación mutua era tal que me pidió que me quede en su casa esa noche también. Así que fuimos a buscar todo mi equipaje al hostel.


Esa noche cocinamos algo con albahaca y bailamos canciones de hip hop en la cocina. Esa noche hablamos sobre muchas otras nimiedades y el piso de madera gastada y los gatos que ibanvenían y el plástico con estampado de flores pegado a la mesa.

La cama con esa funda amarilla y el edredón gigante, pesado a un costado.

Esa noche nos quedamos dormidos dándonos besos.


A la mañana siguiente, Théo dijo


-Do you want some cocoa?