jueves, 7 de enero de 2010

28 de junio /// hamburgo

-dis situeishon yud bi romantic bat aim friizing akchuali.
-me too. Would you like me to hug you?
-nou zencs… end aid laik tu gou chu de baz-rum du iu cinc its posibel?
-maybe we should go downstairs.
-oquei.

En el techo del edificio, a pesar del frío que hacía, con Théo parecía como si no importara nada excepto ese momento que estábamos viviendo. Los dos sabíamos que algo especial se palpaba en el aire y sólo podíamos hablar sobre trivialidades sin sentido en un inglés más que torpe. Que cuán lindo sería vivir cerca de la playa y cuantas estrellas y que noche tan linda y que es esa torre cuya silueta se recorta en la oscuridad y sonrisas y Théo intentó armar un cigarro pero el viento le voló el tábaco y yo lo acusé de torpe y el se defendió con alguna frase absurda.

Espiamos las ventanas de enfrente, nos reímos de unas siluetas, nos arropamos bajo la manta que fue a buscar cuando hacía un poco más de frío, pero simplemente de repente hizo demasiado. Él se ofreció a abrazarme, pero le dije que no: hacía apenas algunas horas que lo conocía y yo estaba ahí sola y eso.

Así que decidimos bajar al apartamento de Thurston, que estaba un piso debajo de donde se hacía la fiesta. Entramos, nos sentamos en el sillón y justo cuando nos estábamos acercando cada vez más para hablar, entraron Daniel y Houwaida junto a un par de amigos.

Se sentaron todos alrededor nuestro y una vez más recordamos cómo fue que entré en la fiesta. Les conté sobre mi vida en Argentina, hablamos de marihuana y muchas naderías llenas de etcéteras y simpatía. Hacia las siete de la mañana nos fuimos de allí. La fiesta había terminado y Thurston quería dormir.

Tomamos un taxi. Ellos me dejaron en el hostel.

Antes de bajar del auto les pedí sus números de teléfono pascara así poder hacer algo al día siguiente. En el bolsillo tenía el papel con la lista de hostels que me habían dado esa tarde en la oficina de información turística. Houwaida tenía una lapicera y Théo escribió su nombre y su teléfono.

Nos despedimos.

Entré al hotel y me fui a dormir feliz, con la sensación de vivir en una película.




Al mediodía siguiente, me levanté, me bañé, me arreglé un poco y salí a hablar por teléfono y ver que podía hacer. Llamé a Théo y me dijo que ese día no podía salir conmigo porque tenía que ir a un cumpleaños, pero de alguna forma insistió en que lo llame al día siguiente para hacer algo.

Me sentí un poco decepcionada pero tampoco era el fin del mundo. Muy por el contrario, Era El Mundo.

Así que salí a pasear. Comí papas fritas (pommes frites) en un puesto de falafel, compré agua en un kiosco y le pregunté a un chico por lugares lindos en el barrio, que se llamaba Saint Pauli y curiosamente, su símbolo era una calavera.

Pasée por las calles del nuevo barrio de moda en Hamburgo, lleno de mesas en las puertas de los bares, sol y gente sonriendo.

Un cartel que rezaba “brunch not dead” alentaba a las personas a desalmorzar a las dos de la tarde.

En la puerta de una de las iglesias del barrio, unos skaters practicaban ollies. En una callejuela, un montón de mapas gigantes colgados de la pared, mezclados con la vegetación del lugar hacían las veces de decoración extraña.

Una moto vespa resplandecía en la puerta de un edificio antiguo con tags y afiches de wilco pegados en la pared.

Caminé bastante más hasta que… me encontré nuevamente con la casa de Thurston.

Era el día de su cumpleaños y en agradecimiento por su simpatía para conmigo la noche anterior, le llevé una copia de mi comic.

Toqué el timbre y salió: sorprendido y sorpresivamente me saludó con un abrazo.

Entramos a la casa y sentados en los sillones había dos amigos, John y Martin.

John sólo pasaba a saludar y a los veinte minutos se fue.

Martin Langer resultó ser fotógrafo y uno muy bueno por cierto.
( http://www.seltsam.cc )

Hablamos mucho y una vez más, sin parar de reir, Thurston contó la historia sobre como la noche anterior simplemente me metí en su fiesta. Nos reímos y entonces Thurston propuso hacer un picnic en el techo, Martin aceptó y yo también. Pensé que probablemente Thurston no sabía que había estado en el techo la noche anterior con Théo.

Preparamos guacamole y Martin descorchó una botella de vino blanco. De allí al techo.

Sentados sobre una manta, con copas en la mano, al calor de sol del casi atardecer, Martin nos sacó fotos, charlamos sobre la vida y todo estaba en orden ese domingo.

En los alrededores del edificio de Thurston, una serie de edificios se erigían. Me sorprendí del aspecto diurno de aquellas estructuras que viera la noche anterior. Y les pregunté por los que más me llamaban la atención.

La tv tower: una torre de diseño retrofuturista con aspecto de haber sido construida durante la época de los supersónicos. Aparentemente funcionaba un restaurant allí.

De acuerdo a lo que me contó Thurston, el bunker, que básicamente es una enorme mole de cemento, fue construido durante el régimen nazi. Los hamburgueses reniegan un poco de ese lugar, pero el asunto es que cómo está hecha para no ser destruída jamás, en el hipotético caso de que decidan demolerla, el impacto de los explosivos repercutiría en las iglesias antiguas de los alrededores de forma negativa. Es por eso que no la destruyen, ya que varios edificios directamente relacionados con el nazismo fueron demolidos hace tiempo.

Hacia el atardecer, el simpático fotografo se fue y yo me quedé con Thurston. Hablamos más sobre Hamburgo, Alemania, Argentina y hasta vimos videos en youtube.

Indagando sobre su vida, Thurston me contó que solía ser un Dj de drum’n bass que tuvo cierto éxito en los ‘90. Con una sonrisa cómplice, Martin dijo que en el barrio la gente aún recuerda que es una celebridad y lo saludan por la calle. Y por algún motivo que no pude comprender, le dicen Don.

En la actualidad, Thurston se dedicaba a hacer el management de bandas de músicas internacionales cuando visitaban Alemania o se iban de gira.

Vimos el video de la canción que fue su hit y nos reímos del paso del tiempo.
Aparte de ver videos en youtube, le mostré fotos de nuestra presidenta y los dos coincidimos en que era mucho más glamorosa ( Thurston se sintió particularmente intimidado por la cantidad de rimel) que la sobria Angela Merkel.

Cuando ya vi que era demasiado tarde, me volví al hostel, caminando y sóla, a la una de la mañana y nada.

Así fue mi primer domingo en Alemania.




5 comentarios:

-eme- dijo...

tardó pero llegó!!

:)
muy bonitoo

k r i s t i a n dijo...

que bueno q existe el rss que me pone al tanto de estas cosas sin tener q entrar

saludos muchacha

mareano dijo...

que bueno que hayas vuelto...

saludos

Anónimo dijo...

sí, una masa.
ya estaba pensando que te habían abducido los aliens o algo.

salud!


gabi

johana marshall dijo...

queridos queridos:

sol: llegó y espero que lleguen con más frecuencia. muchas gracias por leer.

kristian: no sé que es el rss, pero bueno, aguante.

mareano: gracias por la bienvenida

gabi: no, no. a lo mejor si me abducían era mejor, andá a saber.

los quiere,
j.