lunes, 14 de septiembre de 2009

26 de junio 2009 /// frankfurt

Prendí la tele y era cierto: Michael Jackson había sido encontrado muerto en la bla bla bla bla…

La CNN y muchos otros canales de televisión así lo informaban.

También ese día había muerto Farrah Fawcett y en el programa de Larry King recordaban esos dos hechos todo el tiempo. Así que apagué el televisor y me fui a dormir.

El sillón era bastante cómodo.

Era el fin de un día muy agitado.

Al día siguiente, Steffen me despertó y me dijo que el sábado iba a ser muy complicado que yo me quedara allí, ya que él tenía que irse a la casa de su novia en un pueblo que no quedaba muy lejos y partía al día siguiente por la tarde (supongo que después de limpiar las cosas de la fiesta). Me dijo que podía consultar con algunos de sus amigos para ver sí me prestaban sillón, pero a mi se me ocurrió que no quería pasar el fin de semana en Frankfurt ya que por lo que había visto el día anterior, no parecía que fuera un lugar en extremo divertido para pasar un sábado a la noche.

Así que me vestí, y le dije que iba a pensar que hacer en el transcurso del día.

Nos tomamos el tren juntos. Él se bajó en la estación de su trabajo y yo seguí hasta el centro.

Otra vez en la estación central.

Me puse a caminar y no pasó más de una hora que en la puerta de una tienda de ropa encontré un pequeño altar homenaje para Michael.

Luego entré a un Zara y ahí estaba, la música de Michael.

Era demasiado temprano para saberlo, pero tuve la sensación de que Michael me acompañaría, quiera o no, durante buena parte del viaje.

Frankfurt es un lugar lleno de bicicletas, y ese día pude comprobarlo. En especial cuando pasé por una fuente y vi muchas muchas bicicletas amarradas a la reja que la rodeaba.

Caminé por el centro, y al llegar a una especie de plaza-peatonal, me encontré con un montón de niños que participaban en una especie de evento escolar.

Aparecían divididos por grupos, cómo por cursos, o escuelas, no entendía muy bien de que iba la cosa, pero por lo que veía, cada grupo de niños hacía algo en especial.

A un costado de la calle, una orquesta. Eran como 10 ó 15 chicos tocando diferentes instrumentos: batería, violines, frlautas, instrumentos de viento, etc. Era una grande e imperfecta orquesta. Su profesor los dirigía. Y puede que sonaran un poco desafinados, pero eran perfectos, todos esos niños, con sus instrumentos y sus lentes de sol, y su música típica de cuaderno de escuela primaria alemana.

En otro costado, un montón de niñas. Vestidas como ninjas, de negro, con espadas y un trapo atado a la frente, cuál karate kid, 15 chicas representaban una batalla de quien sabe qué. Eso fue lo que pude ver cuando la orquesta terminó de tocar.

Hacia el final de la representación todas las chiquitas (rubias en su mayoría) tomaron un globo amarillo. Su maestra también lo hizo. Los inflaron, y cuando reventaron, los globos hicieron un gran estruendo y todas se tiraron al piso al mismo tiempo. Hicieron como que estaban muertas, dejando sus espadas de madera por ahí. A lo lejos, yo veia cómo se reían a pesar de que tenían los ojos cerrados y estaban supuestamente muertas.

Seguí caminando y fui a parar a la iglesia de San Bartolomé. Entré, un par de fotos y de vuelta afuera.

Al pasar muchas horas en la calle, me dieron ganas de ir al baño. Y así fue cómo hice uno de mis primeros descubrimientos:

Me metí en un shopping, ya que en los shopping siempre hay baños.

Busqué el toilet y luego de bajar al subsuelo, descubrí que había que pagar 30 céntimos para entrar.

Varios días después, comprobé que era así en todos lados. Incluso en McDonald’s, incluso en los bares comunes.

Y en Alemania, toilet se pronuncia toilet, así como suena, nada de tualé

Estuve en la zona de los cabarets y de los junkies. Porque a pesar de que era Frankfurt y era tan limpio y tan pulcro, no faltaba la zona del reviente, que para que se den una idea, para mí era como caminar por blgrano en terminos de “tener cuidado”

Estaba sola, pero la sensación de “aca no pasa nada” era tan grande.

Comí algo por ahí y hacia las cinco de la tarde volví a casa de Steffen para ayudarlos con los preparativos de la fiesta.

Al llegar, Florian estaba vaciando una sandía y poniendo la pulpa adentro de un artefacto moderno para hacer jugo.

Cuando hubo terminado, metió todo el líquido dentro de la sandía hueca, le agregó una botella de vodka alguna y una de vino espumante.

La metió en la heladera.

La fiesta iba a ser en el edificio. Porque en la zona donde vive Steffen hay monoblocks, donde viven muchos estudiantes. Entonces, en el sótano del edificio, o más bien la planta baja, hay una especie de bar/salón de fiestas con mesas, sillas, sillones, una mesa de pool y un metegol. En el jardín hay una parrilla.

Hablamos con Steffen sobre lo que podíamos hacer respecto a mi situación de alojamiento y decidí que lo mejor era irme a otro lado. Después de un día en Frankfurt, me di cuenta de que no era tan grande y de que quedarme podría no ser una buena idea.

Así que decidí partir hacia Hamburgo al día siguiente , ya que me llamaba la atención ir a ver que había allí.

En Alemania, hay una página (http://www.mitfahrerzentrale.de/) en la cuál la gente que viaja en auto ofrece sus lugares disponibles para viajar con ellos, se puede reservar en el día y lo cierto es que es más barato que viajar en tren o autobús.

Así que Steffen hizo un par de llamadas. Yo prefería viajar con una mujer, así que después de hablar con varios hombres, llamó a una tal Azzedine que partía hacia Hamburgo al día siguiente a eso de las diez. Arregló todo de forma que nos encontráramos en la esquina de la estación central. Me dijo que era una pareja y que viajaban en un Mercedes Benz negro.

-Tengo buen olfato para darme cuenta si alguien es nice o no. Y este tipo parecía muy amable.

Me bañé y me di cuenta de que lo que para mi era tempranísimo, para los alemanes era “on time” Así que mientras me cambiaba, me di cuenta de que Alex, Florian y Steffen habían bajado a la fiesta. Y eso que aún era de día y no eran más de las siete de la tarde.

Cuando salí del baño me encontré con dos chicas. Las dos rubias, una tenía puesta un atuendo típicamente alemán: un vestido rojo largo, con una camisa y un delantal celeste. La otra era particularmente común.

Hablamos un ratito y bajamos.

Al llegar a la cocina, había MUCHA cerveza de marcas de todos los colores. Pero no había hielo. Y pregunté acerca de ese detalle y me miraron raro. No son amigos de tomar las cosas demasiado frías en Alemania, pensé.

Y la noche empezó a caer, la gente también, y las salchichas alemanas en la parrilla empezaron a arder.

Todas las personas que llegaban traían como mínimo un pack de seis cervezas.

Yo no tomo cerveza. El alcohol no me gusta demasiado.

Y de las drogas, ni noticias.

Steffen ya me había advertido que, por lo menos en su círculo de amigos, la droga, o sea, la marihuana, era algo raro.

Así que esperé un poco a ver si sentía algún olor familiar, pero nada.

Así que empecé a tomar algo que se parecía bastante al speed, con vodka.

Al cabo de un par de horas, asumí que nadie iba a fumar porro en esa fiesta y sí bien había pista de baile, estaba bastante desierta.

Había una computadora y desde allí se programaba la música. Lo que sonaba era Ac/Dc, Green Day y esas cosas que definitivamente NO hacen una fiesta más amena.

Los invitados seguían llegando y en vez de bailar o lo que sea, charlaban plácidamente y jugaban al pool o al metegol o a los dardos o a lo que sea.

Pero el baile ausente.

Así que decidí que no había forma de que no me divierta y subí a buscar el fernet que tenía para Caro.
Me hice uno con coca

Pero

La coca-cola no estaba lo suficientemente fría. Y no había hielo.

Fui por ahí con mi bebida exótica y para divertirme empecé a convidarla.

La primera chica, la del vestido teutónico, me dijo que sabía (tasted) a medicina.

Y Steffen dijo que era feo

Y Florian dijo que estaba bien, pero que prefería su vaso (con espacio suficiente para un litro y medio) de cerveza.

Todos hablaban alemán y yo ya estaba medio borracha de vodka, fernet caliente y bebida que estaba adentro de la sandía (que también estaba caliente).

Entonces llegaron unos chicos que se habían enterado de la fiesta mediante una cartelera o algo así de CouchSurfing.

Y dije

Acá yo me divierto, o me divierto. Porque eran apenas la una de la mañana cuando todo esto estaba sucediendo.

Así que me puse a bailar y rápidamente junté un par de adeptos.

Una chica de vestido azul aparentemente tenía las mismas ganas de bailar, así que nos mudamos, junto que el otro par de dancers, a la pista.

Yo tomé el control de la computadora y, cómo queriéndome revelar contra esa manga de alemanes que se divertían charlando, jugando al pool y tomando cerveza caliente, empecé a poner canciones un poco más… arriba.

Afortunadamente encontré una carpeta con canciones de Michael y una atrás de otra, empecé a ponerlas.

Era simple: programar un par de canciones, ir a bailar, y volver para programar más.

Hasta que apareció:

El típico tarado que quiere escuchar música que NO es para fiestas, precisamente en una fiesta.

Todo ocurrió cuando estábamos bailando. Estábamos tan contentos en el medio de Thriller o algo así cuando de repente se cortó y empezó a sonar algo con guitarras y distorsión que sonaba a rock pesado.

Fui y cambié la música un par de veces, pero al rato desistí porque me di cuenta de que no tenía sentido luchar contra la masa: éramos siete personas en la pista y en el resto de la fiesta eran más de treinta. Así que, borracha y derrotada, me retiré de la lucha.

En el medio de todo eso, implementé una táctica para tener siempre bebidas frías.

En el congelador puse dos vasos de fernet con coca. Al rato fui a buscar uno, me lo tomé, y puse otro. Me lo tomé y fui a buscar el otro y así. A veces variaba la mezcla y ponía speed con vodka en la heladera.

Y entonces me senté en un sillón. Steffen estaba con su novia y Florian y Alex con sus amigos. Me encontré sóla, borracha y aburrida. Y era como las tres de la mañana. La fiesta estaba llena de gente pero yo no entendía aquella forma tan aburrida de divertirse.

Así que me paré y me fui al metegol. Estaba tan ebria que me puse a relatar los partidos en español cuál Victor Hugo Morales. Total, a nadie le importaba no entender nada.

Varias horas antes, mientras nos ocupábamos del asunto del viaje a Hamburgo, Steffen me mostró el pantalón nuevo que iba a usar esa noche. Me contó que lo compró esa tarde y que por eso no lo lavó, y me preguntó si a mi me parecía que olía raro. La verdad es que el pantalón tenía un olor raro, cómo a humedad, pero no me pareció que fuera algo tan perturbador, y como era nuevo y Steffen parecía ansioso por usarlo, le dije que no creía que haya algún inconveniente si lo estrenaba sin lavar.

Durante las primeras tres horas de fiesta, Steffen se quejó del olor, y a mi no me parecía tan grave, después de todo, nada peor que comprar una prenda para usar en una fiesta y luego, por cualquier motivo, no hacerlo.

A las dos y media de la mañana, la sinceridad y la borrachera estaban a tope. Y fue entonces cuando me encontré con Steffen en la cocina. Yo estaba preparando un fernet para el congelador y el buscaba más cerveza. Y entonces lo sentí. No sé cómo, pero el olor a humedad llegó a mis fosas nasales.

-Steffen, andá a cambiarte ese pantalón que apesta, por favor- dije yo en un inglés más que torpe, ya que conforme pasaban las horas, mi dominio del idioma era cada vez más triste.

-Es lo que estuve pensando todo el tiempo, gracias por decírmelo- respondió él.

Así que mientras seguía tomando y deseando que en ese momento me ocurra un flashback de LSD, me puse a jugar al pool con mis excompañeros de pista. No me acuerdo el resultado, pero de repente, después de muchas horas, se hizo de día.

Así que hacia las siete, ocho de la mañana cuando ya la mayoría de los invitados se hubo retirado, yo también lo hice.

Fui a bañarme y a preparar mi equipaje.

El auto de Azzedine salía a las diez y yo tenía que estar ahí.

Y así, en el living de Steffen, con la resaca de los invitados, armé mi mochila, me despedí de Florian y Alex, que se fueron a dormir, Steffen me dio las indicaciones sobre cómo llegar a la estación central sóla (ya que por ser sábado a la mañana algunas líneas de tren estaban suspendidas) esperé un rato y me fui.

Bajé con la mochila, caminé algunas cuadras y llegué a la estación de trenes. Lo tomé, luego me tomé un bus, luego de nuevo el tren y allí estaba: la estación central.

Ahora tenía que esperar por Azzedine.

5 comentarios:

querés melón? dijo...

y así toda empedada fuiste a viajar en auto a hamburgo con una pareja desconocida?

hija, sos medio inconsciente a veces.

-eme- dijo...

jajajaj genial! :)

La Criatura dijo...

menos mal que no te gusta el alcohol, johana...

Akira Hokusai dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ariana Ruíz. dijo...

Oyeee que buen bloggg! me gustó!

Saludos!