martes, 10 de febrero de 2009

el último tramo del viaje a través del mejor país del mundo entero

Cerca del 24 de febrero, el carnaval estaba en su punto máximo de esplendor y el viaje de las amigas Caro y Carolina, llegaba a su fin.

Llegaron desde Oruro en micro -luego de 7 horas de viaje aproximadamente- a las 5 ó 6 de la mañana. Como todavía era de noche y tenían bastante sueño, Caro y Carolina se quedaron a dormir en el micro hasta que se hizo de día.

Durante la noche, de una manera poco feliz, se percataron de que no sólo había personas en el micro: unos perritos lloraban, alguien los había llevado en un bolso. Cuando los perritos cesaron su llanto, Carolina pensó sí no se habrían muerto.

Ya de mañana, una vez afuera del micro, Caro y Carolina se dedicaron a buscar alguna de esas agencias de las que hacen tours por el Salar de Uyuni

También buscaron boletos para tomar el último tren del día, para ir a Villazón, para luego ir a Bs. As.
No consiguieron los pasajes aunque sí consiguieron, a fuerza de regatear, la excursión al salar a un módico precio que la dueña de la agencia les pidió por favor que no revelaran.

La excursión consistía en visitar el Salar, el hotel de Sal, el Cementerio de trenes, una laguna con flamencos y un museo de esculturas hechas con sal, donde además de cobrar entrada, cualquier tipo de porquería especialmente diseñada para turistas europeos estaba a la venta.

Hacia las once de la mañana mientras Carolina y Caro se encontraban en la calle, esperando el yip que las llevaría al Salar, un gran grupo de escolares de todas las edades, apareció de la nada.

De a poco, corriendo en círculos, por pares, tomados de la mano, entraron. Quien sabe de donde venían, en pocos minutos invadieron la calle principal del pueblo: el centro. Y la gente, apostada allí, esperándolos, les tiraba agua con artefactos tan caseros como mangueras, botellas o baldazos. Algunos estaban más preparados y tenían metralletas y bombitas de agua.

El pueblo entero estaba ahí y había agua y espuma por doquier.

Y ellas, con miedo a que las mojen, porque no tenían ni hotel ni ropa limpia (y hasta el momento tickets de tren tampoco).

Ya sea por no tener pasajes de tren, no saber si colarse o no en el mismo y la posibilidad siempre latente de quedarse varadas en Uyuni y sin plata, Caro estaba de muy mal humor y absolutamente intratable.

A pesar de todo eso, aquel día Caro comió su última porción salchipapa ( vendida por una señora muy simpática que tenía un puesto en la calle) en tres años y por primera y última vez comió una cosa hecha con papas y rebozador que vendían en un puestito a una cuadra, por decirlo del algún modo, del museo de sal.

La cosa esa era muy rica y fue una suerte que haya existido en ese momento específico, ya que la milanesa de llama del tour era realmente asquerosa.

Hacia la noche, compraron los tickets de tren a veinte dólares en clase high high y se embarcaron hacia Villazón.

El tren tenía calefacción y un abundante desayuno que incluía té, huevos revueltos, jugo y un montón de poquerías más.

En el tren había una nena que Carolina dijo que era igual a Caro por lo ñañosa.

Mientras dormía, arropada por una manta cortesía de la empresa de trenes, Caro soñó con las galletitas cremositas, las moraditas, la salchipapa y el arroz chi-fa de pollo frito JA JA de La Paz (donde hasta tenían sobres de ketchup con el dibujo de un pollo haciendo ja ja) que evitaron que se muera de hambre y apatía durante el viaje y que probablemente nunca volvería a comer.

3 comentarios:

sinnombre dijo...

Hola, pasando a saludar y tambien para invitarte a que pases y veas mi blog a ver si encuentras algo de tu agrado y si te gusta intercambiemos enlaces, una especie de fucionar dendritas o algo asi diria yo,je.
Saludos y hasta la proxima.

Anónimo dijo...

Este blog es como los casettes de Daniel Johnston, y yo soy Cobain con mi remera de Jesus

johana marshall dijo...

mc, que lindo eso que me decís. Capaz que no lo entiendo muy bien, pero realmente me parece algo muy lindo. Algo muy lindo para esta mañana.