lunes, 23 de febrero de 2009

Esteban, rolinga.

Hace muchos muchos años, cuando estaba en la primaria, tenía un compañero que se llamaba Esteban Ramírez.

Esteban tenía 10 años y no hacía falta tener mucha visión a futuro para percibir el tipo de adolescente que perfilaba ser. Alto, delgado, y muy desgarbado, era uno de esos a los que cambian de escuela en quinto o sexto grado. Así que durante cerca de seis meses o más, para nosotros, entre nosotros, no fue Esteban, sino "el nuevo".

El nuevo tenía hermanos mayores. No era muy dificil darse cuenta.

Sólo con la distancia que da el tiempo pasado uno puede distinguir, y con razón, a los compañeros que tenían hermanos mayores de los que no. Porque los que tenían, siempre sabían algo más.

Era así.

Y me viene a la mente ese incidente que me contó Gisela Kutsch en tercer grado sobre esa vez en la que su hermano mayor, Martín, ganó un concurso de disfraces con El Disfraz Definitivo de Axl Rose. Si, porque a la hora de interpretar roqueros todos tenían jeans rotos, pero sólo Martín tenía calzas, probablemente robadas del bolso del gimnasio de la madre, y una de esas camisas cuadrillé rojo y negro que tan bien le queda a cualquier lesbiana del barrio.

No hacía falta ser muy observador para darse cuenta de que el hermano o hermana mayor del nuevo era rola. Si, le gustaban los Rolling Stones y para el caso también, los Ratones Paranoicos. Y por consiguiente, a Esteban también.

En esa época, para el resto de los peatones que circulaban por ahí, los Ratones Paranoicos eran esa banda que hacía la canción del programa de Tinelli. Y cantaban el rock del pedazo, y nosotros nos rompíamos la cabeza intentando darnos cuenta de qué era el pedazo.

Y Rolling Stones, era esa banda que vino en 1995, y que tenía ese video dirigido por David Fincher que daban en mtv todo el día. Y a mi, que me encantan los datos, simplemente me llamaba la atención que Charlie Watts era el más jóven y también era el más canoso.

Creo que es importante destacar que Esteban fue uno de los primeros en venir con una remera de banda a la escuela. Porque, seamos sinceros, a los diez años nadie tiene una remera de banda así como así.

Y en mi grado, los que usaban remeras de banda, ese año, eran cuatro: los ramoneros Juan Esteban, Rubén y Gabriela (que estaba enamorada de Rubén) y Esteban, el rola.

Mucha gente no lo recuerda bien, pero en la primaria, uno se la pasaba conversando. Sobre lo que sea. Y lo bueno, es que tampoco había forma de confirmar si lo dicho era mentira o no, salvo que seas Gabriela Campilongo intentando hacerle creer a tus amiguitas que Diana Lamas es amiga de tu papá y que te invitó a ver como se grababa Amigovios el jueves después de clase y que, para desenmascararte Johana haya sacado lo mejor del detective que lleva adentro y haya urdido un ingenioso plan para... bueno, esa es otra historia.

Entonces:

Creo que estaba intentando dibujar un caballito cuando Esteban se me acercó. Tenía puesta una remera de los Ratones Paranoicos y tenía la carpeta en la mano. La carpeta tenía una calcomanía con la lengua de los Rolling Stones. De eso me acuerdo perfectamente. Me preguntó por un problema que había tenido para diferenciar un circunstancial de lugar de un objeto directo y luego de aclararda la duda, comenzó su relato.

Creo que es una de las pocas conversaciones que recuerdo haber tenido con Esteban. Y lo más gracioso es que fue un monólogo.

-Sabés que el otro día estaba en mi casa y tenía un presentimiento. Un presentimiento feo. Me había acostado a dormir la siesta y cuando me levanté, le dije a mi vieja que me llevé a lo de Juanse, porque sentía que sino, podía pasar algo. Y fuimos, y justo lo vimos salir de la casa, y le grito "E JUANSE" y no va que justo estaba cruzando la calle, y paró para saludar con la mano, y justo venía un auto y si no era por el grito capaz que lo atropellaba, yo que sé.
-y después?
-nos volvimos a casa
-ah, o sea que sólo saliste para salvarle la vida a Juanse.
-si, mas o menos.

No se me ocurrió preguntar como es que sabía donde vívía Juanse. Tampoco se me ocurríó preguntar por esa madre tan flexible, que sale para llevar a su hijo a la casa de un roquero, sólo porque el chico tuvo un mal presentimiento al levantarse de la siesta.

Supongo que uno simplemente a esa edad no piensa en esos detalles.

A veces me cruzo con Esteban por el barrio. Y lo reconozco porque está igual, sólo que tiene una sombra que hace las veces de barba. Y es alto, flaco, desgarbado, y si, medio bastante rolinga.

Creo que la última vez que lo vi, tenía una remera de Viejas Locas y un morral.

5 comentarios:

LuLú dijo...

Y... de chicos todos inventamos historias

Leo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Leo dijo...

Mi primera remera de banda era de los rolling y me la compró mi abuela (grosa), pero fue más porque me gustaba la remera que por la banda en sí, que nunca me interesó mucho.

La única remera de banda que elegí yo por gusto fue la de los piojos que tiene todos los piojitos de los diferentes discos.

k r i s t i a n dijo...

yo solo queria decir q mi primera rmera rockera me la compre en el 93 en el shopping de liniers y es una de ramones q aun hoy, muchos años despues (no quiero ahcer cuentas) conservo y cada tanto uso. Si, no engorde demasiado desde mis 13 años hasta ahora

La Criatura dijo...

Qué loco, los rolingas tienen sentimientos... y premociones. Eso da miedo.
Yo le creo a Esteban, pero hubiera sido bueno que lo deje morir, asi quedaba como ¿ícono? y no como el pomelo que se convirtió después (o que ya era)
El mito diría que fue atropellado por un movil policial mientras deambulaba drogado con formol al 10%.

Ah, mi primer remera rockera fue una de Hermética con muchas calaveras. Remera que a la primera lavada se encogió considerablemente y mi madre la tiro "por satánica".